(Ó LA BANDA DE...)
Los fascismos opuestos (stalinista-chauchescuna y la post-franquista) y otras rarezas sin diagnosticar, de determinado castillo y su entorno provincial y hasta autonómico, hacen que se viva situaciones mucho más que absurdas y salvajemente injustas, en especial, si el perjudicado es un hombre sin influencia alguna sobre nadie...
Algunos personajes: un director, quien trata de ocultar su bisexualidad, de forma contradictoria y algo histérica y explicitada, discretamente, al mencionado hombre injustamente solitario, ya el primer día de trabajo. Una compañera –del director- con doble cara; la de flirtear con el bufón calienta-camas, del turno de tarde (con la misma designación que el hombre damnificado), sus coqueteos en su despacho con una vanidosa compañera suya pero de otra entidad afín y la cara de andar de policía corre-ve-y-dile con su compañero y demás compañeras y director mencionado. La compañera VP, quien juega a ser Dios con sus usuarios y usuarias preferidos y de visitas frecuentes, quien muestra una falsa sensibilidad con sus compañeros y usuarios, hasta que se rompe, dicha "sensibilidad", cuando ve a un compañero (el hombre damnificado), tratar de socorrer a un bebé de gato, que unos niños de la calle le habían traído, para salvarle del atropello de un coche, dicha "sensible" y "social" compañera exclamó "¡lo que faltaba!" (Está "loco" de remate). Otra compañera, quien jugaba a ser la jefa de la banda (ó de la "familia"), queriendo dar una imagen de persona con "todo hecho" y muy "maternal", quien convocó a su despacho -que era el mismo despacho que la de la "sensible"-, para preguntarle al h. s. (hombre solitario y damnificado), si no había pensado en casarse ¿?. Otros personajes que continuaré nombrando en esta misma entrada del primer capítulo de esta saga de personajillos, basado en hechos reales.
El biciclante narrativo
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