LA LENGUA ESPAÑOLA Y LAS PRISAS
No es la economía el problema de que la gente joven y no tan joven escriba cada vez más abreviadamente y sustituyendo unas consonantes por otras y, en consecuencia, la degradación preocupante del instrumento de comunicación entre los hispano-hablantes, es, como en todos los demás asuntos de la humanidad, la prisa. Tenemos siempre prisa para todo; para hacer la compra, para tramitar documentos, solicitudes y requerimientos, para viajar hacia nuestros destinos, para casarnos y tener hijos, para ganar dineros, prisas en obtener títulos formativos, en comer y cocinar, en resolver los conflictos ó reivindicaciones de la gente, en reivindicar ó solicitar ayuda a los gobernantes, en buscar la satisfacción desconocida en cualquier ó todo lugar,... en todo. Entonces, la comunicación escrita y la verbal, no escapa a las prisas convirtiéndose, con ayuda de las tecnologías, en algo que se aleja de la razón, de la lógica, del interés por las cosas bien hechas, de la cultura y del interés en aprender a escribir y hablar, en la comunicación. Sí, en la comunicación porque cada vez se entienden menos los mensajes y se confunden más tanto los propios emisores como a los receptores de los mensajes. Así pues, en todas las fórmulas que los guardadores del buen hablar se les ocurra para poner en práctica e intentar corregir ese problema, deben añadir el problema expuesto por mi; las prisas.
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